Wednesday, February 20, 2013

Jorge Teillier (Chile, 1935-1996), on writing poetry / JT, acerca de la escritura de poesía


No recuerdo haber intentado escribir poema alguno hasta los doce años de edad. La poesía me parecía algo perteneciente a otro mundo y prefería leer en prosa. Leía como si me hubiesen dado cuerda, así como relata Pasternak que veía leer a los moscovitas en los trenes en 1941 ajenos al cañoneo alemán venido de unos pocos kilómetros. Leía de todo, desde cuentos de hadas y "El Peneca" hasta Julio Verne, Knut Hamsun y Panait Istrati por quien aún vuelan los cardos en el Baragán. Desde los doce años escribía prosa y poemas, pero en Victoria, ciudad donde aún suelo vivir, fue donde escribí mi primer poema verdadero, a eso de los dieciseis años, o sea, el primero que vi, con incomparable sorpresa, como escrito por otro.
 

Sobre el pupitre del liceo nacieron buena parte de los poemas que iban a integrar mi primer libro Para Angeles y Gorriones, aparecido en 1956. Mi mundo poético era el mismo donde también ahora suelo habitar, y que tal vez un día deba destruir para que se conserve: aquel atravesado por la locomotora 245, por las nubes que en noviembre hacen llover en pleno verano y son las sombras de los muertos que nos visitan, según decía una vieja tía; aquel poblado por espejos que no reflejan nuestra imagen sino la del desconocido que fuimos y viene desde otra época hasta nuestro encuentro, aquel donde tocan las campanas de la parroquia y donde aún se narran historias sobre la fundación del pueblo.

Fragmento de "Sobre el mundo que verdaderamente habito, o la experiencia poética", prólogo a su antología Muertes y maravillas. Pueden encontrar poemas, entrevistas, poéticas y más de Teillier aquí.

I don't remember having tried to write any poems until I was twelve years old. Poetry seemed to belong to a different world, and I preferred to read fiction. I read as if someone had wound me up, just like the Muscovites Pasternak watched reading on the 1941 trains, oblivious to German shellfire coming from a few kilometers away. I would read everything, from fairy tales and "El Peneca",[1] to Jules Verne, Knut Hamsun, and Panait Istrati, for whom the thistles still flow in the Baragan plains. I started writing prose and poetry when I was twelve. Yet it was in Victoria, the city where I still live, where I wrote my first true poem when I was about sixteen – that is, the first poem I looked at, with incomparable astonishment, as if somebody else had written it.

On my high school desk were born many of the poems that would make up my first book, Para ángeles y gorriones (For Angels and Sparrows), which appeared in 1956. My poetic world was the same one I inhabit today, which I should perhaps destroy in order to preserve it; the one traversed by engine 245, by the clouds that bring rain in November in the middle of summer and are the shadows of the dead that come to visit us, as an old aunt used to say; the one peopled by mirrors that reflect not our image but that of the stranger we were, who comes from another time to meet us; the one where the parish bells toll and where people still tell stories about the foundation of the town.

Excerpt from "Sobre el mundo que verdaderamente habito, o la experiencia poética" (On the World I Truly Inhabit, or the Poetic Experience), prologue to his anthology Muertes y maravillas (Deaths and Wonders). An anthology of Teillier's poems has been published by Wesleyan University Press. You can find information on the book here.


[1] A children's magazine that was published in Chile between 1908 and 1960 (T.N.).

No comments:

Post a Comment