Saturday, December 31, 2016

A new year poem by Lucille Clifton (US, 1936-2010) / Un poema de año nuevo de Lucille Clifton


i am running into a new year


i am running into a new year
and the old years blow back
like a wind
that i catch in my hair
like strong fingers like
all my old promises and
it will be hard to let go
of what i said to myself
about myself
when i was sixteen and
twenty-six and thirty-six
even forty-six but
i am running into a new year
and i beg what i love and
i leave to forgive me


corro hacia un nuevo año

corro hacia un nuevo año
y los anteriores vuelan de vuelta hacia mí
como un viento
que recojo en mi pelo
como dedos fuertes como
todas mis antiguas promesas y
será difícil no aferrarme a
lo que me dije a mí misma
sobre mí misma
cuando tenía dieciséis y
veintiséis y treinta y seis
incluso cuarenta y seis pero
corro hacia un nuevo año
y ruego a lo que amo y
-->
dejo que me perdone

Tuesday, December 27, 2016

Chilean poet Cristián Gómez Olivares answers a question on the writing and translating of poetry / El poeta chileno CGO responde una pregunta sobre la escritura y la traducción de poesía


Is poetry translation recreation or creation? Why?

It is both. I will not quote the manifold theoreticians who advocate this position, but I would like to compare two moments in the work of Eliot Weinberger that may prove illustrative.
First, I will quote from an essay in Outside Stories, "Three Notes on Poetry." In this essay, the North American author advocates a freedom for the person embarking on a translation that, while not absolute, is quite broad. Weinberger claims that poetry is what is worth translating. In the same line, he adds that the original is never better than the translation. In his view, translating means learning how to write poetry, because a good translation is never, or should never be, accompanied by the insistent voice of the translator but only by the voice of the text. In this sense, translating requires humility.
From there we can move on to a book that is critical to answering this question. I am referring to Nineteen Ways of Looking at Wang Wei, where Weinberger brings together different ways of approaching the translation of Wang Wei's poem, written around the eighth century of our era. The original, however, has been lost, and the text has reached us only through a copy from the eighteenth century. Weinberger reviews and critiques all and every one of the translations of this poem from a perspective that is congruent with the ideas discussed in "Three Notes on Poetry." In this essay he points out that no translation should be identical to the original, despite the fact that, and this is what's interesting, many of the translations do not pass his test precisely because of their lack of faithfulness to Wang Wei's "original." Yet faithfulness is not a value in and of itself.


 ¿La traducción de poesía es recreación o creación? ¿Por qué?

Ambas. No citaré la multitud de teóricos que abogan por esta posición, pero sí quisiera comparar dos momentos de la obra de Eliot Weinberger que pueden resultar ilustrativos.
Primero, citar ese ensayo de Outside Stories, “Tres notas sobre poesía”, donde el autor norteamericano asume la postura de una libertad, si no total, bastante amplia, para quien se apresta a la tarea de traducir. Dice allí Weinberger que la poesía es aquello que vale la pena ser traducido. Y en esa misma línea, agrega que el original nunca es mejor que la traducción. Para él, traducir es aprender cómo se escribe poesía, porque nunca viene acompañada, o no debería venir acompañada, en el caso de una buena traducción, de la insistente voz del traductor, sino sólo de la del texto. En ese sentido, traducir es humildad.
            Y de allí podemos saltar a un libro que para este cuestionario es decisivo, como es Nineteen Ways of Looking at Wang Wei, donde Weinberger reúne distintas formas de aproximarse y traducir el poema de Wang Wei, escrito aproximadamente en el siglo octavo de nuestra era, aun cuando el original esté perdido y el texto haya llegado hasta sólo gracias a una copia del siglo XVIII. Weinberger evalúa y critica todas y cada una de las traducciones allí reunidas, pero lo hace desde una perspectiva que se condice con lo planteado en sus “Tres notas sobre poesía”, cuando plantea que ninguna traducción debe ser idéntica, pese a que –y esto es lo interesante– muchas de las traducciones no pasan el examen de Weinberger precisamente por su falta de fidelidad al “original” de Wang Wei. Alaba la capacidad creadora de Kenneth Rexroth o Gary Snyder, quienes según el ensayista son capaces de captar lo que habría querido decir Wang Wei sin dejar de encontrar soluciones creativas a la hora de verter el poema al inglés norteamericano del siglo XX, pero castiga fuertemente cuando autores como Chang Yin-nan y Lewis C. Walmsley agregan de su propia cosecha y de manera injustificada fragmentos o palabras que no se encuentran en el de Wang Wei. La fidelidad al original no es un valor por sí mismo.